Encontrar el gesto, el paso uno y el segundo, subir a los aires o bajar en altura, apretar el espacio o liberarlo. Hace ocho años entré en contacto con la danza contemporánea donde descubrí una relación con el cuerpo y la libertad de movimiento que ninguna otra actividad me había dado. Fue un descubrimiento tan importante para mí que busqué durante varios años una forma plástica que pudiera trasladar una creación tan efímera como la danza y el movimiento a una realidad duradera y estática tal y como puede ser la escultura. Tras haber investigado las posibilidades sobre papel decidí buscar un material más resistente para reforzar está contradicción con lo que puede ser la danza. Encontré en las características del solid surface la posibilidad de trabajarlo a mano, recortando y termoformando con el uso de hornos industriales, acabando el proceso con la cristalización del material durante su enfriamiento. Es a partir de un trabajo previo que voy creando las etapas y los pasos para estructurar una coreografía incluyendo dibujo, recortes, creación de maquetas y prototipos en papel como una especie de origami para formar una escultura. Cada coreografía debe durar un máximo de cinco minutos, tiempo que me permite repetir los gestos y los pasos aprendidos previamente antes de que se enfríe el material. Mientras la coreografía se desarrolla, la pieza va tomando vida. Al igual que con otros materiales me interesa la posibilidad de mostrar y valorar el proceso de creación, en la misma obra. Gracias a este material, encontré la oportunidad de fijar todas las etapas del proceso que ocurrió en la danza inicial con sus movimientos y sus pasos para traspasarlos a una sola pieza sólida y definitiva.